PALMA DE MALLORCA 22 I 23 DE GENER DE 2009
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Sindicalismo en el siglo XXI
Jairo Carneiro. Secretario General de la Federación del Metal de Río Grande do Sul

Introducción

La experiencia de la evolución de nuestro sindicalismo en Brasil, nos ha ido enfrentando de manera permanente a desafíos de comprensión de nuestro papel en la sociedad, al servicio de todos los ciudadanos.

Hemos ido ampliando el esquema clásico de lucha por un salario mayor, para plantearnos como luchar contra el desempleo, como influir en las leyes, en la planificación económica del país, como distribuir la riqueza, como influir en las decisiones políticas que nos conciernen a todos, etc.

 

Evolución del contexto

Los cambios en el mundo del trabajo son tan amplios y desconcertantes que en todo momento nos interpelan a reflexionar sobre su futuro.

El movimiento sindical enfrenta estos cambios casi siempre de forma “curativa”, actuando sobre las consecuencias, no teniendo condiciones de acompañar y comprender los cambios en el mundo del trabajo a tiempo de poder influir en sus resultados, muchas veces catastróficos para la clase trabajadora.

Los cambios en el modo de producción asociados a los  grandes descubrimientos científicos y a las invenciones como la máquina a vapor (la fuerza motriz ya no es mas humana el animal), a electricidad, el motor de explosión, la electrónica, crean en las relaciones y condiciones de trabajo unas consecuencias que, por lo general, solo serán perceptibles mucho tiempo después de su implantación.

Los tiempos modernos, donde los cambios ocurren con mucha más velocidad, exigen un sindicato que sea capaz de anticipar-se a estas nuevas formas de organización  del trabajo, comprender su alcance e, sobretodo, influir política y  legalmente no controle de su implementación. Esto supone que mudemos o nuestro concepto sobre el  papel  del sindicato y  sus relaciones con los gobiernos, con la patronal, con la clase trabajadora e, principalmente con os partidos políticos.

 

El Trabajo

El capitalismo es “genéticamente” comprometido con el  lucro. Para alcanzarlo, busca incesantemente la disminución de costes. La inversión en la investigación de nuevas tecnologías de producción, sea en máquinas más modernas el  por formas de gestión  del trabajo, que es concomitante e interdependiente, modifica drásticamente a relación de producción a que el  trabajador está acostumbrado y  trae graves consecuencias físicas y  psicológicas, aumentando el  grado de alienación  del trabajo.  A velocidad das modificaciones no proceso de  producción de 50 anos atrás, que venía de forma más lenta y  digerible, tornaba a  adaptación y  el  dominio de estas  nuevas formas de  producción menos agresora y  menos alienante. Los cambios del inicio de este siglo reducen al trabajador a mero “asistente” de la máquina y del proceso al cual está vinculado.

La microelectrónica, la robotización, los nuevos materiales, articulados por softwares que, prácticamente impiden a los trabajadores de intervenir en el proceso de organización del trabajo, provocan cambios frenéticos, eliminando puestos de trabajo, aumentando la productividad y  generando, en este  proceso , verdaderas epidemias de dolencias  del trabajo, físicas y  mentales. Los trabajadores, que a lo largo del tiempo acumularon saberes a través del ejercicio  del su trabajo, vieron como estos saberes eran transferidos para las máquinas que dictan el ritmo, la forma y la productividad  del trabajo. Los trabajadores no dirigen más las máquinas, sino que son dirigidos por ellas.

Los avances de la ciencia, del conocimiento, de nuevas formas de producir más y con menor desperdicio, el descubrimiento de nuevos materiales y de nuevas fuentes de energía, deberían traer avances en la calidad de vida de todos los trabajadores de cualquier parte  del mundo, Sin embargo lo que observamos es que la pobreza aumenta.  La división del resultado  del trabajo, que al final es el generador de riquezas, es cada vez más desproporcionada. Lo que observamos es la permanente tentativa de disminuir los derechos laborales, los de seguridad social y los de la salud, que fueron conquistados con muchas luchas en el mundo entero.

Es contradictorio que los avances tecnológicos, el aumento impresionante de la productividad  del trabajo,  no traigan mejorías para todos, indistintamente. Lo  que hemos observado es que el  ritmo de trabajo es cada vez más intenso y  los puestos de trabajo disminuyen en la misma proporción del aumento de la productividad, generando inseguridad, inestabilidad y miedo. Se acentúa cada vez más la división internacional del trabajo que mantiene en el norte más rico el  trabajo más “limpio”, con mayor agregación de valor y, en el sur más pobre, las empresas que más contaminan, exportadoras de materias primas casi “in natura” y  de poco valor agregado. Las tentativas de cambios de este patrón derivan siempre en el proteccionismo que subsidia fuertemente la  producción y la exportación. 

 

Los trabajadores

Los trabajadores producen riqueza, aumentan enormemente la producción de bienes y  servicios, mientras que participan cada vez menos del resultado de su trabajo y conviven con las secuelas del desempleo, del trabajo precario y de las enfermedades profesionales. El  mundo  del trabajo está organizado para generar lucro y no para satisfacer las necesidades humanas. De ahí toda la explicación para el hambre que amenaza populaciones enteras, de las guerras por fuentes de energía, de catástrofes ambientales y  de crisis económicas como la que estamos vivenciando. Esta crisis desnuda la mentira de que el mercado organiza la economía, justificando el alejamiento del Estado de las funciones de articulador y  organizador de la producción. La crisis de las hipotecas rasgó la fantasía hipócrita de los que siempre predicaban la privatización de la economía, de las empresas estatales construidas por los trabajadores de un país, en nombre de la libertad, de la competitividad y de las leyes del mercado. Ya ni el mercado acredita en el mercado. El acudir corriendo al Estado para exigir trillones de dólares de dinero público para salvar la economía que ellos desestabilizaron, demuestra la total falta de cualquier resquicio de respeto con el pueblo, con los gobiernos y con los trabajadores. ¿Y quién va a pagar más esta crisis? nosotros ya lo sabemos: el  trabajo?

No obstante, solamente los trabajadores podrán crear un nuevo mundo. Es el trabajo que produce la riqueza. Son los trabajadores quienes podrán decir basta a la miseria, a la opresión y la explotación. Son los trabajadores que buscan incesantemente la supervivencia, la dignidad, los que moldean con su trabajo el mundo nuevo que vendrá. Como decía un pensador: “Sueño que se sueña sólo, es sólo un sueño. Pero el sueño que se sueña juntos, es realidad.

El movimiento sindical tiene una historia construida en la defensa del trabajo y de su dignidad. Las luchas de emancipación de la clase trabajadora tuvieron una tarea civilizadora y  construyeron límites a la explotación del trabajo. Las conquistas políticas y legales fueron frutos de un largo tiempo de construcción, de convencimiento, de organización y, sobre todo, de superación parcial de la explotación del hombre por el hombre. Los nuevos tiempos traen desafíos  nuevos  a los sindicatos.

Por mas que decretasen la muerte del sindicalismo debido al avance tecnológico (menos trabajo y más productividad), por la perdida progresiva de la legitimidad de los sindicatos (disminución de la tasa de sindicalización), flexibilización  de los instrumentos de regulación del trabajo, de la negociación directa entre empleador y empleado, de la jornada y salario flexibles, en fin todo el debate de la flexibilización de derechos para que alcancemos el  “admirable mundo nuevo”, el  sindicalismo ha buscado reorganizarse regional e internacionalmente, intentando comprender su nuevo papel, más amplio, más abarcante, más universal y  menos corporativo. Pero por detrás de este debate no estaba apenas el fin del sindicato como el fin  del propio trabajo, entendido como empleo. En substitución al sindicato “muerto”, había la previsión de un “boom”  de los movimientos protagonizados por las minorías (diversidad sexual, portadores de necesidades especiales, cuestión ambiental, mujeres, etc.), todos buscando salidas específicas sin cuestionar propiamente el sistema. Ser diverso es moda, ser universal es arcaico. Al contrario de una supuesta rivalidad entre estos movimientos y los sindicatos, en muchos países los sindicatos abrieron espacios para la organización de estos sectores, ampliados con las cuestiones de género, raza y las cuotas para el acceso a la universidad pública.

El futuro del sindicalismo se relaciona directamente con el  futuro del trabajo. Sea en un escenario positivo: crecimiento económico, reducción de la jornada de trabajo, distribución del beneficio de la productividad, ampliación  del acceso a las tecnologías, democratización; cada vez más los sindicatos y partidos tendrán sus papeles revitalizados. Sea en un escenario de regresión: Concentración de ingresos, desempleo; los sindicatos serán aun más necesarios para la lucha de resistencia.

Contrariando deseos y  expectativas, el  movimiento sindical todavía es el responsable de la movilización de los trabajadores y  viene siendo cada vez más un espacio de elaboración de propuestas que van mucho más allá de la mera reivindicación laboral. El  sindicalismo fue una creación  de los trabajadores para lidiar objetivamente con a dominación  del capital. Es una herramienta y  como tal tiene que ser evaluada y  afinada para ser capaz de enfrentarse a los desafíos de la actualidad. Por tanto es necesario superar algunos conceptos en cuanto a la relación de los sindicatos con los trabajadores, con los partidos políticos y  con los gobiernos.

En relación a los trabajadores, necesitamos pensar un sindicato que tenga una visión más amplia  del papel  del trabajo en la sociedad. Superar el  papel históricamente atribuido  al sindicato que es el de reivindicar una “mayor participación”  de los trabajadores en el resultado  de su propio trabajo. El  sindicato no puede quedarse indiferente ante los grandes problemas que afectan a este trabajador-ciudadano. Un sindicalismo que vaya más allá del derecho al trabajo: Derecho de ciudadanía, acceso a los bienes necesarios para la reproducción de la vida. Garantía de trabajo, educación, vivienda, formación profesional, cultura, esparcimiento y  participación política. Si toda la riqueza es creada por el trabajo,  no es menos verdad que es  de este que nos vienen las condiciones para que la vida se realice por completo. ¿Como puede ser pobre aquel que produce la riqueza?

El sindicato está llamado a realizar la tarea de esclarecer las causas de la miseria, de la falta de dignidad del trabajo, de la división entre los dueños  de los medios de  producción que se apropian del resultado del trabajo y de los trabajadores que realizan la  producción y apenas venden su fuerza de trabajo. La riqueza de unos pocos y la miseria de muchos son dos caras de la misma moneda. Comprender esto significa organizarse para superar la pobreza, la miseria, la exclusión social. En Brasil llamamos a este sindicato como Sindicato-Ciudadano porque asume la tarea de luchar hasta que se superen las diferencias sociales y la explotación del hombre por el hombre. Es tarea del sindicato crear instrumentos de participación de los trabajadores en todos los aspectos de su vida, para que podamos presentar a la sociedad un proyecto  de los trabajadores. No   un proyecto de gobierno, sino, un programa concreto de superación del modelo capitalista que tiene como centro el capital, por un modelo que tenga en la valorización del Trabajo su centralidad. Cada vez más el  sindicato asume este papel de articulador, juntamente con otros movimientos sociales, de un proyecto de emancipación social  de los trabajadores que significará la emancipación de la sociedad. Esto significará el  fortalecimiento  de los sindicatos y  colocará la tarea de organización  de los trabajadores en un plano superior. Este sindicato tiene la tarea de superar la formalidad del discurso teórico revolucionario hacia un ejercicio real de democracia, participación y solidaridad.

En relación  a los partidos políticos, la cuestión central para los sindicatos es la autonomía. La visión más conservadora pregona su total independencia que trae en su interior la visión de que la política no es un tema para trabajadores. A los trabajadores, el  trabajo. Por otro lado, la necesaria participación político-partidaria no puede significar la sumisión del sindicato al partido político. Esta práctica ha sido nefasta para los intereses de los trabajadores. El partido tiene como tarea llegar al poder y realizar su programa de gobierno que es limitado por condiciones objetivas, principalmente la correlación de fuerzas en la sociedad. En muchas experiencias concretas en varios países, la sumisión a los designios partidarios colocó a los sindicatos en una posición de tener que apoyar las propuestas que contrarían los intereses de la clase trabajadora, limitando la acción o reacción de los sindicatos a medidas contrarias a sus intereses. Esto es más común de lo que parece. Si es verdad que muchas veces el sindicato apoya medidas gubernamentales que mejoran la vida de los trabajadores, y tenemos en el Brasil decenas de acciones gubernamentales que beneficiaron a la gran mayoría de la población, por otro lado “tuvimos” que tragarnos una reforma de la seguridad Social que el  gobierno anterior, neoliberal, no consiguió hacer, mas allá de casi ningún avance en los  derechos sindicales y  sociales que hacen parte  del propio programa del partido del gobierno. Sabemos que no es todos los días que vemos a un trabajador en la Presidencia de la República. El Presidente Lula tiene el  gobierno pero no el Poder.

Para nosotros, trabajadores organizados en los sindicatos, no es bastante que tengamos algunos derechos. Queremos todos los derechos. No es suficiente que tengamos mejores salarios. Queremos toda la parcela que es nuestra por derecho en la distribución de la riqueza que producimos. No queremos apenas reivindicar un poco más, queremos construir un nuevo modo de vivir, con valores de humanidad y solidaridad.  Que el  trabajador no sea obligado a vender su salud para sobrevivir. Que tenga vivienda, educación, alimentación para el y su familia. El sindicato puede y debe tener como tarea el ejercicio diario de la democracia, de la participación efectiva y de la solidaridad, buscando una representación amplia de los intereses permanentes  de los trabajadores. 

En relación al gobierno, la independencia es la palabra clave. Delante de cualquier gobierno, nuestra postura tiene que ser de independencia y no de indiferencia e ignorancia.  Del gobierno tenemos que reivindicar políticas públicas que vengan  al encuentro de nuestro proyecto referido en el inicio de este texto. Tenemos que escribir en la ley los derechos conquistados en las luchas de los trabajadores para que estos sean perennizados y que se conserven independientemente  del bies político del gobierno que pueda venir.

Los trabajadores esperan que los sindicatos además de reivindicar, denunciar, y  defender los intereses inmediatos de los trabajadores, sean capaces de articular y  proponer la superación del plano actual de la organización de la sociedad, o sea, construir los intereses históricos de la clase trabajadora.

Como decíamos en Brasil en el tiempo de la Constituyente de 1988, “La lucha hace la ley”.

 

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